EDITOR: MIGUEL GRINBERG


ENTREVISTA (click acá)

22 de agosto de 2009

PAPELITOS Y RATAS


SÁBADO 22 DE AGOSTO DE 2009

Papelitos y ratas

Por Eduardo Fabregat

Las ratas que estafan
y zafan son muchas.
Y son las que bendicen
sus miserias al final.

(“Morir”, Ca$hejeros, 2003)

Qué insulto a más de cuatro décadas de rock argentino, qué zapateo irrespetuoso sobre las tumbas de Luca, de Miguel, de Federico, de Pappo Napolitano. Cuánta desidia, cuánta soberbia, cuánta traición. Olvidemos por un rato –si es posible– las instancias judiciales, el desfile de testigos, el dolor cayendo gota a gota durante casi cinco años transcurridos, durante un año de proceso. Vayamos al otro hueso, vayamos a la cuestión que atormenta a los que saben cuánto costó salir adelante en nuestro Vietnam, hecho de saliva y sangre. Quienes aman el rock argentino hecho con pasión, con talento, con dignidad y honestidad, contra viento y marea, con las mejores intenciones, esta semana se han tragado uno de los batracios más intolerables de la historia que arrancaron Moris, Nebbia, Almendra, Manal y otros que no medían bengalas ni banderas, sino acordes y armonías vocales, poéticas sensibles y fuegos creativos.

(Para el desprevenido que aún no se haya percatado, una advertencia: esta columna es hija de la indignación. Si usted anda buscando moderaciones, si cree que los músicos de Ca$hejeros son realmente inocentes, vaya dando vuelta la página. Este periodista, que desde el día de la tragedia viene publicando argumentaciones basadas en su conocimiento y el de sus fuentes, que ha tratado de razonar en público y poner todas las cartas sobre la mesa, anda con los cables pelados, le saltó la térmica. La cara de piedra de Fontanet ya es una afrenta que no puede tolerar.)

Lo dictaminó el Tribunal Oral 24: la obediencia debida llegó al rock. Diego Argañaraz se convirtió en Jorge Rafael Videla, y Patricio Fontanet, Eduardo Vázquez, Maximiliano Djerfy, Juan Carbone, Cristian Torrejón y Elio Delgado pasaron a ser los simples miliquitos que sólo cumplían órdenes, no sabían nada, no escuchaban nada, no decían nada, sólo se subían a tocar, son tan víctimas como los padres devastados por la muerte que recibieron en la cabeza una celebratoria lluvia de papelitos –cortesía de Los Invisibles, El Fondo No Fisura, La Familia Piojosa–, y el dedo medio de la señora Susana cagándose en ellos y en su dolor, gozando la revancha.

Dan asco.

La estrategia dio excelentes resultados: el Pato criollo y sus compañeros se dieron cuenta rápidamente de que había que abrirse del manager, largarlo duro, hacerse los boludos y mirar para el costado mientras engrampaban al amigo por las decisiones que tomaron todos, por las irresponsabilidades que cometieron todos, por la contribución colectiva a casi doscientas muertes. El que avisa no es traidor, podrá decirse: el día en que se separaron las representaciones, cuando los músicos contrataron a su abogado y dejaron que Argañaraz se arreglara con el suyo, la suerte del manager quedó sellada. Lo dejaron solo. Está claro que a nadie le gusta ir en cana, pero la actitud dice unas cuantas cosas sobre la catadura moral de los reyes del aguante. El aguante se termina donde empieza el cagazo. Se viene a descubrir que el código de la calle incluye la cobardía.

El fallo no hizo más que confirmar todo lo que este diario viene denunciando desde el 2 de enero de 2005. Nada de lo que se escribió aquí es mentira. Pero los papeles hacen que sólo uno de los integrantes del grupo pague los platos rotos.

Afuera los pibes festejaban. En los foros donde campea el sentimiento de Copa Intercontinental ganada sobre la hora, se justifican diciendo que si hubiera sido al revés las imágenes de festejo habrían sido de los familiares de víctimas. La excusa, tan endeble como la de “eeeh, loco, bengalas prendían todos”, se desmorona con una simple observación del momento de la lectura del fallo: cuando el juez Alveró anunció las condenas a Chabán, Díaz y Argañaraz, los familiares no festejaban. Lloraban. Es lo poco que Cromañón les ha dejado. Los fans pueden ir a Olavarría a disfrutar a Fontanet haciéndose el vivo arriba del escenario. Los padres sólo pueden ir a ver tumbas.

¿Para esto atravesamos cuarentaipico años de luchas, de prejuicios, de persecuciones, de paciente construcción de un movimiento que fuera recordado por su arte? ¿Todo termina en que Chabán es un hijo de puta, y el cana es un coimero y el manager un inescrupuloso y los funcionarios unos corruptos? Mientras Ca$hejeros vende a $47,50 su disco en vivo en Obras 2004 (el de las cien bengalas en una sola noche), mientras recauda 15 mil espectadores en la misma Olavarría donde el intendente Eseverri padre se dio el lujo de prohibir a los Redondos, los músicos que tratan de ganarse la vida en Buenos Aires tienen que lidiar con la misma corrupción de siempre, con bolicheros que, amparándose en ser de los pocos que tienen habilitación, imponen condiciones a las que el término “abusivas” les queda tibio.

¿Esto es lo que nos queda, señor juez? ¿El sardónico triunfo de este sindicato de crápulas?

Ya basta de tibiezas: aun antes del 30 de diciembre de 2004, Ca$hejeros era una banda horrible. Sus discos de tapas impresentables eran una mala copia de un mal MP3 de un menjunje requemado de los Redondos, La Renga y Los Piojos. Su cantante ya era un gordito desafinado que fantaseaba infructuosamente con tener la verba, la pluma y la performance del Indio Solari. Sus guitarristas soñaban con algún día meter una nota, una sola nota, con la sensibilidad y justeza de Skay Beilinson o la garra de Chizzo. Si la prensa intentaba conseguir una nota con ellos era por la curiosidad de que semejante engendro arrastrara un Obras lleno, para tratar de entender cómo era que el público rockero de pronto se estaba conformando con tan poco. Ellos empezaban a disfrutar su status de Susana Giménez del rock, creyendo que negarse a dar notas o sacarse fotos bastaba para apoderarse de la mística de tipos que hicieron cien canciones mil veces mejores. Vendedores de humo, llamaban la atención por su poder pirotécnico antes que por su música.

Eran una banda horrible entonces, lo siguen siendo ahora. Y para completar el menú agregaron a sus cualidades el cinismo de escribir gacetillas en jerga judicial, la agachada de entregar a su manager para salvar el culo, la mariconada de tratar de borrar con el codo todo lo que dijeron e hicieron antes que se les quemara el rancho, literalmente.

La enorme riqueza del rock argentino exige una condena moral. No les hicimos el aguante, el aguante de verdad, a artistas valiosísimos, para que un grupete de mediocres escupa alegremente hacia el cielo, al ojo de creadores mucho más talentosos, y se salga con la suya. En las conversaciones que este cronista tuvo con músicos, managers, productores, no hubo uno solo que estuviera de acuerdo con el fallo. ¿Hay que quedarse con esa bronca contenida? ¿Hay que resignarse, cuando no hubo resignación frente a las razzias, frente al bastardeo del arte de la música, frente a la manipulación, frente a los intentos de prostitución de un género genuino, nacido del riesgo y el desafío artístico y no del oportunismo berreta, de la demagogia musical que engancha rápidamente una multitud?

Pappo los mandaría a laburar.

Miguel les recordaría que ante todo está la vida.

Luca los cagaría bien a trompadas.

Nosotros estamos acá. Conteniendo la náusea ante esta asociación de aficionados, monos con navaja que provocaron un daño irreparable. Preguntándonos una vez más por qué una parte del público, históricamente exigente con los estándares del rock hecho en Argentina, se conforma con una oferta artística tan paupérrima, la celebra, le perdona todo. De las tribunas se puede regresar, tan sólo hace falta ser de masa gris, cantó Spinetta. Es hora de abandonar la tribuna futbolizada, los papelitos, la cosa descerebrada que perdona y festeja la estupidez. Coincidir, sí, en que hay ratas que estafan y zafan. Pero que no sólo están afuera: bien pueden estar royendo por dentro cuatro décadas de arte genuino, hasta dejarlo en la miseria.

efabregat@pagina12.com.ar



3 comentarios:

  1. Yo tambien opinaba que no debian de volver a tocar como Callejeros, pero una declaracion del ex guitarrista (el que se fue de la banda) me hizo, no cambiar de opinion, pero si quizas, reflexionar y hasta justificar el seguir tocando.
    El ex guitarrista dijo que cuando el planteo de no seguir tocando, los demas le dijeron que ese era el unico medio de vida que tenian y que iban a tener que pagar fortuna en abogados y demas yerbas que esta situacion conlleva.

    Realmente es dificil estar en los pantalones de esos chicos.
    Por varias razones
    1- nosotros estamos opinando como gente con algunos años encima y con bastante experiencia sobre los hombros y estamos pidiendo que chicos de 22 años (cuando ocurrio la tragedia ese era el promedio de edad) metidos hasta el cuello en una situacion rejodida, tengan el mismo poder de razonamiento.
    Y ademas a eso hay que sumarle toda la presion que estos nenes deben de haber recibido de parte de sus respectivas familias para defenderse.

    2- Yo no veo para nada mal que estos chicos traten de defenderse como puedan.
    No salieron a matar con rifles y a disparar a mansalva.
    Tuvieron la desgracia de ser participes de una tragedia no querida ni deseada.
    Nadie lleva a sus familiares a un lugar donde sabe que puede haber peligro de muerte.
    Y en esta disyuntiva que no define "que es o que significa ser culpables" ellos se ven inocentes.
    Y desde esa optica ellos se defienden.

    Si bien es cierto que fomentaban el uso de bengalas, tambien es cierto que son un engranaje mas de los tantos y tantos que hay, de la futbolizacion de los recitales.
    De una epoca en donde el publico es mas importante y mas protagonista que los propios artistas.
    De una epoca en que el publico dejo de ser publico para convertirse en manada.
    A quien se le ocurre llevar a sus bebes para dejarlos tirado en un baño, para que ellos puedan ver un concierto?????. A los animales.

    Yo sigo sosteniendo que el principal culpable es el que tiro la bengala.
    No se...a mi desde chico me enseñaron que no se prende fuego dentro de un teatro, ni siquiera para encender un cigarrillo.
    de alli para abajo hay culpables de mayor a menor escala y responsabilidades.

    Como productor de muchos conciertos, la realidad es que uno como productor no se va fijando en los materiales con lo que esta hecho un boliche.
    Se supone que si me permiten tocar en ese lugar, es que todo esta en regla para hacerlo.
    O se piensan que uno va a un boliche y se pone a analizar de que material esta construida la puerta, las butacas o el techo?????

    Y por ultimo....yo como padre no se como reaccionaria si yo creyendo a mi hija inocente o no culpable (que no es lo mismo...ojo!!!) tengo una orda de padres, que desde su optica justificada, le estan gritando desde hace 5 años Asesina!!!! Asesina!!!!....el mismo epiteto que se le gritaba a los 3 comandantes, por dar un ejemplo.
    Tampoco se como reaccionaria si mi hija fuera una de las 194 fallecidas.

    En sisntesis: hablar de afuera es facil. Hay que estar en el cuerpo de los protagonistas para saber si lo que decimos tranquilos, mirando la TV, actuariamos como venimos diciendo o como ellos.

    FREDDY

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  2. Me parece que 'los animales' son muchisimo mas susperiores al 'ser humano'..
    En todo sentido..
    (Solo es mi forma de pensar, nada mas)


    A mi me faltan culpables (presos!), qué quieren que les diga?..

    Desde el Estado y sus corruptos representantes (por nosotros designados), pasando por los fiscales, los inspectores, la policia, los dueños y socios de Cromagnon, Callejeros y todo su entorno (manager, presa, etc.), y su publico..


    Quizas algun dia logremos sortear y superar esta idiotez social en la que vivimos..


    Saludos y gracias por el espacio!.-

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  3. Por que un boliche tendría que estar preparado para poder encender bengalas en su interior ? .......

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